NOTAS INTERESANTES


Conclusiones sobre el foro de políticas culturales - ECA
Diario Los Andes, domingo, 21 de diciembre de 2003

Ningún organismo privado puede reemplazar las obligaciones que tiene el Estado.

Ochava ECA Mendoza

Notas relacionadas
  • Foro permanente sobre políticas culturales
  • La cultura en tiempos de exclusión
  • Los productores culturales y la política cultural local
  • El papel de los medios en la memoria cultural
  • Panelistas
Después de debatir durante las tres jornadas que componían el foro, se han rescatado algunas líneas generales producto de las discusiones de cada reunión. De estas líneas se proponen ejes de trabajo que fundamenten las bases de la construcción de políticas culturales en nuestra provincia:

En primera instancia hay que señalar la ratificación del papel indelegable que tiene el Estado en la promoción y resguardo de la cultura local. Esto implica que ningún organismo privado puede reemplazar las obligaciones que tiene el Estado con su sociedad, en resguardar la construcción de una historia donde puedan verse reflejados todos sus miembros.

La promoción de leyes que encubren una "privatización" de las responsabilidades o una delegación en manos de organismos no gubernamentales son el trasfondo del desinterés y el descuido de las gestiones gubernamentales. Apelar que la construcción de políticas culturales para la provincia forme parte de una política de Estado, implica superar las diferencias que generan la sucesión de las alternadas gestiones gubernamentales. Pero también incorporar a estas gestiones la injerencia de los diferentes actores que componen el campo cultural local.

Hacemos nuestro el diagnóstico de Rubén Romani en cuanto a un rápido balance de las políticas culturales. Es cierto, desde el advenimiento de la democracia en nuestro país, se demuestra que las gestiones gubernamentales se encuentran en déficit con las demandas de la sociedad. Para enfrentar una discusión sobre este tema hay que asumir el fracaso cultural de las distintas gestiones en el compromiso de la reconstrucción del tejido social, minado por las dictaduras, y el reconocimiento y apertura del capital cultural a toda la sociedad.

El interés que han demostrado los gobiernos en relación con la cultura puede verse ejemplificado en el recorrido institucional que el área ha vivido en el Estado: "de subsecretaría a ministerio, luego a instituto y de nuevo a subsecretaría" y en la actualidad... Como colofón de esta "aventura institucional" del espacio de la cultura se abren dos perspectivas de análisis. La primera: el lugar marginal que ocupa en las agendas políticas (de los partidos y los gobiernos) el tema de la cultura, requiere de una profunda evaluación para superar las improvisaciones en el área. De esto se desprende, en segundo término, que el producto de las improvisaciones en la aplicación de estas políticas en muchas ocasiones se transforman en un riñón propagandístico de las buenas y las malas administraciones. Hasta el momento las políticas culturales están condenadas a reflejar el desinterés de los gobiernos de turno.

Los sucesos de diciembre de 2001 han generado nuevas expectativas en cuanto a la participación y discusión política de la realidad nacional. Esta nueva etapa abierta por nuestra sociedad requiere precisamente no sólo de discusiones sobre el presente y el futuro, sino también de una revisión crítica del pasado. Las políticas aplicadas por el fracasado modelo neoliberal en lo económico y neoconservador en lo cultural, han dejado como recuerdo una herencia no deseada que requiere de nuestra atención. Paradójicamente la tarea de reflexionar sobre estos momentos dependerá de medidas que parten desde el ámbito cultural.

La complejidad del escenario cultural por la presencia de los medios en Mendoza requiere de una discusión más profunda. La responsabilidad que tienen estos en la producción y el resguardo del capital cultural de nuestra sociedad no alcanza a la sociedad en su conjunto sino a través de relaciones mediadas por el mercado comunicacional o la conveniencia empresarial. Los intereses meramente económicos de estas empresas promueven políticas de marginación o exclusión, cuando no de destrucción, de documentos donde se encuentra registrada parte de nuestra historia.

Por otra parte, la importancia que han adquirido los medios, que diariamente colaboran, en la construcción de nuestra identidad, requiere de una presencia más crítica por parte de la sociedad. La movilización de proyectos de observación de medios, para reconocer los márgenes en donde se inscriben los discursos mediáticos, pueden convertirse en herramientas útiles para que el público "controle" a las empresas informacionales. Así también la presencia de medios públicos de entidades autónomas, como las radios o periódicos universitarios, proponen un nuevo panorama para la discusión sobre la ética de los medios y los profesionales de la comunicación.

Se hace necesario en el presente escenario tomar la iniciativa para facilitar la gestión y producción de proyectos y/o productos culturales. Comenzar a construir una conciencia que requiera de una mayor actividad por parte de aquellos que producen objetos culturales, rompiendo los viejos esquemas que promovían la pasividad y quietud de un "genio creador". Sin embargo, creemos que esta iniciativa no se trata de la promoción individual de los sujetos más aptos, esta necesidad está enmarcada en la profundización de nuestras democracias a través de la injerencia y responsabilidad de ciudadanos conscientes de esta tarea. Es por esto que estas iniciativas deben promover la reconstrucción de nuevos lazos sociales que unifiquen los objetivos en la construcción de nuestras sociedades.

Foro permanente sobre políticas culturales
A mediados de este año un grupo de investigadores y becarios, junto al Espacio Contemporáneo de Arte, plantearon una discusión pública acerca de los problemas que atañen a las políticas culturales locales. En estas páginas, una reseña del debate y algunas de sus conclusiones.

A fines de julio del presente año, se constituyó el grupo de discusión Taller del Oeste, espacio interdisciplinario que se encuentra formado por investigadores y becarios de las facultades de Arte y Diseño y de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo.

Este grupo junto al Espacio Contemporáneo de Arte, dirigido por la museóloga Ana María Álvarez, se concentraron en motorizar su primera actividad, que tuvo como objetivo plantear una discusión pública acerca de los problemas más significativos que atañen a las políticas culturales locales. Analizar en conjunto con diferentes actores los desafíos y las complejas tareas que requieren estas políticas en los actuales procesos de integración nacional y mundial.

El foro se dividió en tres etapas. En el primer encuentro, que se realizó el 13 de setiembre, se discutió sobre las corrientes alternativas y emergentes de las producciones locales. El segundo realizado el 4 de octubre tuvo como tema convocante la discusión sobre el rol del Estado en el espacio de la cultura. Por último, y para cerrar este ciclo, el 25 de octubre pasado se reflexionó sobre la redefinición de los medios de comunicación en la construcción de una memoria cultural.

Desde el Taller nos pareció adecuado comenzar el proceso de discusión pública, haciendo uso de nuestra ciudadanía, con el objetivo de demandar y hacer conocer las necesidades de los que estamos vinculados a la cultura provincial. El puntapié de ello fue la redacción de un documento inicial, el cual reflejara ciertos lineamientos fundamentales para promover una discusión sobre políticas culturales. Considerando estas como instrumentos destinados a garantizar el derecho de todas/os las/os ciudadanas/os a producir, ver y disfrutar de los bienes culturales.

Integración latinoamericana

Bien es sabido que la integración latinoamericana es una aspiración de vieja data. Haciendo un poco de historia, fue en los ochenta que este vínculo de asociación e integración con países vecinos comenzaba a tomar fuerza desde un punto de vista político-económico. Dicha integración, consistiría en una red de intereses que garantice el éxito frente a conflictos nacionales. Los aspectos estructurales más importantes de este proyecto consistieron en: la unión aduanera, una coordinación macroeconómica (una futura moneda), y el fortalecimiento legal, entre otros aspectos.

Las consecuencias de un enfoque meramente económico dejaron de lado el tema de la cultura latinoamericana.

La idea de una integración latinoamericana es formidable, pero qué es lo que pretenden aquellos funcionarios que conforman la organización de este bloque económico al referirse a una integración cultural. Más aún, qué significa para ellos una identidad latinoamericana cuando a escala nacional sólo existe una indiferencia y desconocimiento de los regionalismos. Nuestra actual sociedad de consumo, apoyada por una gestión en los medios masivos de comunicación que sólo atiende a los intereses de poderosos empresarios, determina que a veces se adopten o reemplacen costumbres, modos de vida, tradiciones locales, por otras que corresponden a culturas ajenas, desconociendo la propia. Las políticas neoconservadoras para la cultura no reflejan la realidad que nos pasa e impiden el crecimiento hacia algo nuevo, para terminar desechando nuestras manifestaciones culturales al volverlas estancas.

En la búsqueda de una identidad en común para una integración latinoamericana debería existir el respeto por el otro, sobre todo de aquellos países vecinos con los que establecemos vínculos, por ejemplo deberíamos incorporar el idioma portugués en la educación. Existen en el mundo y a nuestro alrededor cambios y transformaciones culturales que nos afectan directa o indirectamente y que no podemos dejar de lado. Entonces, una idea de pensar lo diferente y conjugarlo con un patrimonio vernáculo originaría un rejuvenecimiento y fortalecimiento de nuestra cultura frente a los procesos de transformación que va sufriendo el hombre por las influencias de los avances tecnológicos, la mundialización, etc. Integrar es aceptar, y no destruir culturas ajenas o propias.

Financiamiento de la cultura

Por la aplicación de las obstinadas políticas unitarias y centralistas, como por la incompetencia de sus dirigentes, las economías de las regiones han naufragado.

Hacia finales de los noventa, se presentaron varios proyectos en el Senado de la Nación de la mal llamada Ley de Mecenazgo, con la finalidad de regular la actividad cultural. El proyecto que llegó al Ejecutivo, es la denominada Ley Lopérfido, vetada por decreto por el ex presidente Duhalde en las primeras horas de su gestión. En este momento, en el Senado, se encuentran en estudio tres proyectos de ley, presentados por los diputados Irma Roy, Hugo Storero y Rosa Esther Tulio, que tratan de regular los mecanismos que habiliten a donantes y patrocinadores privados a deducir impuestos (3 al 5%) de las ganancias netas del ejercicio fiscal.

Las autoridades de aplicación son otro aspecto a tener en cuenta. Todos los proyectos caen en el mismo error, de que sean los evaluadores, calificadores de los proyectos presentados, los administradores de los registros públicos que desean beneficiarse y los que lleven a cabo el control de la rendición de cuentas.

No se contemplan las administraciones provinciales, tal vez siendo estos los organismos más acertados para su aplicación, ya que conocen en profundidad las necesidades regionales.

No debe haber ningún tipo de relación entre benefactor y beneficiario, y aunque esto resulte obvio, un claro ejemplo de estas falencias es el expresado en el proyecto de la diputada Roy, en el artículo seis, donde al explicitar la vinculación permitida entre beneficiario y garante, dice "no se consideran vinculadas las entidades culturales con personería jurídica que hayan sido creadas por el donante" (sic).

A la hora de hacer proyectos los legisladores se basan en la experiencia de Brasil, mientras que se otorgaban 14,5 millones de dólares a la cultura, luego de aprobada la ley la cifra ascendió a 270, distribuyendo más de 40 mil puestos de trabajo entre carpinteros restauradores, comunicadores, diseñadores gráficos y más. Aunque estos números no dejan de ser tentadores, es fundamental no cambiar el eje de discusión, ya que esta ley no vienen a subsanar problemas tales como el desempleo o la reactivación económica.

Respecto de los términos empleados, "patrocinio" y "donación", resulta por lo menos llamativo el nuevo concepto de estos en los documentos, así que según estos las "donaciones de la cultura" se definen como "aquellas transferencias de dinero a título gratuito, y con carácter definitivo, realizadas sin expresar específicamente el destinatario" y deberá ser elegido entre los artistas entidades o proyectos que se hayan inscripto en la autoridad de aplicación y sólo estos podrán acceder a los beneficios. Olvidando las posibilidades de las empresas y sobre todo de las pymes de apoyar a una entidad o artista/s que admiren, al taller de su barrio o con el cual se sienta totalmente comprometido. En otras palabras, se les niega el derecho a los "mecenas" a decidir libremente el destino de sus donaciones y perdiendo la activa responsabilidad del empresario, cuando la idea era crear lazos de relaciones entre ambos actores. El resultado puede ser un total fracaso de la ley ya que es posible que las empresas, bajo este difícil y doloroso contexto social, se orienten a realizar sus aportes a los sectores con propias necesidades. Cuando las diferencias reales tienen que ver con las motivaciones y los objetivos por los cuales se lleva a cabo el patrocinio, es una actividad que utilizan las empresas para mostrar su identidad corporativa, es su comunicación con el medio el que están insertos, son estrategias claramente comerciales y esperan beneficios de tipo económico. Claro está que al crearse una estructuración de complicaciones las empresas que antes implementaban esto como una estrategia y otorgaban el 100% de sus inversiones comunicacionales como parte de sus gastos corrientes, ahora deberán someter las estrategias bajo trámites de aprobación, verificación, etc.

Es necesario ver cuáles son los objetivos de los legisladores de comenzar con el consenso en el interior del país, ya que Catamarca y Río Negro cuentan con sus respectivas leyes. Se deben crear proyectos donde participen los sectores involucrados.

Es importante resaltar las desparejas distribuciones de aportes, ya sea geográficamente, entre disciplinas artísticas, organizaciones de diferente tamaño, etc.

El degravamen impositivo no garantiza el fomento y el desarrollo de la actividad cultural, sino que contrariamente es una caja de Pandora, con alcances que posteriormente sufriremos, luego de las experiencias nefastas de la década pasada, debemos ser muy cautelosos, porque terminarán siendo focos de corrupción y sería una burla apropiarse de esta dolorosa necesidad, para oportunismo electoral. Y como siempre, la cultura sigue siendo excluida.

Arte, sociedad y cultura

"Rescatar al arte y su producción no sólo implica el rescate por su propia valoración, sino el aporte a una estrategia de desarrollo de la cultura."

Hoy en día la estrecha relación entre arte y sociedad es evidente sólo para algunos, por lo tanto es el deber de estos encargarse de difundirla. Es esta la tarea que queda para todos aquellos que han tomado conciencia sobre la misma, aunque debemos advertir que el vínculo entre arte y sociedad se presenta en la realidad como una relación dialéctica y cargada de conflictos que estallan, se confortan y entrecruzan constantemente, de modo que las manifestaciones artísticas, con las que a diario nos encontramos así lo demuestran.

En el comienzo del debate que nos ocupa y en la búsqueda por establecerlo desde una mirada generalizante, podemos afirmar, sin discriminaciones, que todo arte se constituye socialmente, de manera tal que la integración del arte a la sociedad puede ser entendida como un pilar fundamental en la constitución de la identidad cultural de dicha sociedad. Y así, la cultura define, expresa, recoge y manifiesta los rasgos característicos de un pueblo, es decir, que una cultura "nos habla" de un pueblo en particular, y lo hace arrastrando todo aquel cúmulo de experiencias, aspectos y representaciones materiales e inmateriales que se manifiestan en un todo concreto, como cualidades esenciales de una determinada formación histórico-social. Es de esta manera que el arte en todas sus expresiones, dentro de esa totalidad, sirve a la comprensión y elaboración de la identidad de una sociedad constituida de un modo particular. Por lo tanto, rescatar al arte y su producción no sólo implica el rescate por su propia valoración, sino el aporte a una estrategia de desarrollo de la cultura.

Desde este punto de vista, en los distintos procesos históricos y sociales que nuestra sociedad atraviesa, el arte produce, o mejor dicho, "construye" una realidad en base a tales, entendiendo a esa realidad no como a una existencia paralela e independiente de otras realidades, sino más bien como aquellas que se complementa con las diferentes construcciones y que se revela en una unidad contradictoria junto a aquellas otras, porque en la tarea por describir la historia y los hechos sociales, el arte desempeña un rol determinante en la producción de la visión de sentido común en una sociedad, es decir, que representa, expone y manifiesta en su propia práctica artística a una realidad de la que también es parte, asumiendo así, junto a las demás prácticas, la responsabilidad de conformar los contenidos culturales de dicha sociedad.

Entonces el artista, que siempre es un artista social por las características particulares de su práctica, debe preguntar y responder por la sociedad, debe abandonar esa posición automarginante y volverse por sobre la historia y la realidad presente y futura para así, desde su labor específica, reivindicar una visión auténtica que se haga extensiva y que conforme una imagen sobre la realidad, sobre nuestra sociedad, en fin, sobre nuestra cultura.

Esta es la tarea que les queda hoy en primer lugar a los artistas, pero es también responsabilidad de todos los miembros de esta sociedad, ya que en mayor o menor grado, todos somos productores de nuestra propia cultura.

La cultura en tiempos de exclusión

Han transcurrido 20 años de democracia ininterrumpida y a su vez, 20 años de fracasos en lo que respecta a cultura. Esta ha sido largamente bastardeada por los dirigentes de turno, ejemplos sobran; desde la "carta a los argentinos" (plataforma de gobierno de la Alianza), en donde no se hacía referencia a ningún tipo de programa cultural, a los escasos o nulos intentos de promoción cultural durante la primavera alfonsinista, pasando por los nefastos años del menemato.

La deliberada negligencia con que ha sido tratada la cultura en estos años responde a los intereses de una clase dirigente puesta al servicio de un modelo de exclusión, cuyo fin principal fue el desguace sistemático del Estado. El neoliberalismo salvaje, receta impuesta por el poder financiero internacional, fue aplicado sin ningún tipo de miramientos, provocando drásticos efectos en la sociedad civil, produciendo la desestructuración de tejidos sociales que ya venían sufriendo importantes deterioros desde los años ´70. Y si bien los hechos de diciembre de 2001 parecieron dejar a este modelo en estado agónico, hoy día se nos presenta más vivo que nunca.

En un intento de retomar el camino mostrado por el pueblo hace dos años, este foro surge con la intención de incentivar la participación social con el objetivo de reconstituir los lazos de solidaridad entre la ciudadanía, por esto consideramos de suma importancia el aporte de los productores culturales locales, los cuales deben ser un pilar fundamental en la construcción colectiva de las políticas culturales destinadas a intervenir inteligentemente en la orientación del acontecer contemporáneo.

Así mismo, entendemos como prioritario el establecimiento de una verdadera política de Estado, la cual debe distanciarse profundamente de la concepción de cultura como un mero botín a conquistar, que ha sido emblemática en las sucesivas administraciones. En esta constitución de una política cultural de Estado se encuentra la clave para superar los distintos "programas culturales de gobierno", contradictorios entre sí y siempre teñidos de banderías políticas. Sólo así, estableciendo estructuras sólidas que contemplen a la cultura en su sentido más amplio, considerándola como "el sistema significante a través del cual necesariamente (aunque entre otros medios) un orden social se comunica, se reproduce, se experimenta y se investiga", y cuyas decisiones estén en manos de los productores culturales, podremos comenzar a gestar una verdadera democracia.

Los productores culturales y la política cultural local

Sabemos que las instituciones dedicadas a las artes cumplen una función clave en la producción y consumo del arte, pero solemos perder de vista que somos parte de las mismas, que son nuestras acciones y el modo en que entablamos nuestras relaciones dentro de ellas las que permiten su existencia. Las instituciones artísticas, tal como se presentan en la actualidad, son al mismo tiempo la condición y el resultado de la acción del conjunto de los agentes que trabajan en el campo de la producción social del arte y la cultura.

Se desprende de esto una responsabilidad política que atañe directamente a los artistas-productores, responsabilidad que significa al mismo tiempo la reivindicación de su trabajo y la toma de conciencia acerca del rol social que desempeñan.

La tendencia gubernamental que se vislumbra en la actualidad en materia de cultura es un intento por continuar las políticas neoliberales de la década pasada. Ejemplo de esto es la subordinación de la Subsecretaría de Cultura a la órbita dominante del mercado turístico, sin interesarse en la precariedad y arbitrariedad de las condiciones en las que los artistas desarrollan su producción, tanto en los aspectos más generales como en las trabas locales más específicas. Éstas se refieren a la feudalización de los espacios públicos, a la falta de criterios y normas consensuadas al interior de las instituciones del campo artístico local. Pero sobre todo el aprovechamiento privado de los espacios públicos como parte de una "política de autogestión de la cultura", característica de los últimos años debido a una retracción del Estado en cuanto a su responsabilidad sobre el financiamiento del área y del consiguiente avance privado que concentra progresivamente en pocas manos un "capital cultural" que en realidad es un patrimonio que nos pertenece a todos.

Dadas así las cosas, llega el momento de considerar que el camino para la resolución de estos conflictos sólo puede construirse sobre la base de la organización política de los artistas locales, centrada en la solidaridad y en la identificación de objetivos comunes, en la elaboración de programas estéticos acordes con nuestras experiencias sociales y las condiciones de existencia a las que nos vemos sujetos. Un proyecto que denuncie incluso el oportunismo político de los artistas-funcionarios y de los "jóvenes artistas conservadores", vinculados al Estado bajo la premisa del aprovechamiento privado de las instituciones públicas, así como también a los historiadores del arte, críticos y agentes culturales en general complacientes y legitimadores de esta tendencia cultural. En síntesis: un proyecto crítico que sea capaz de abarcar la totalidad del sistema artístico local con el objetivo de transformarlo, democratizarlo, mediante la erradicación de las tendencias individualistas, nihilistas y apáticas, ajenas a todo desarrollo colectivo de la cultura. Son los mismos productores quienes deben exigir las reivindicaciones en su campo y no esperar que otros sectores alcen las banderas de sus luchas.

El papel de los medios en la memoria cultural

Los antiguos defensores de la democracia, colaboradores en la alfabetización, promotores del debate, defensores de las minorías, renacentistas del ágora, impulsores de la modernización; críticos de la violencia, la discriminación y la intolerancia, han cambiado su estatuto. Los medios, en la actualidad, son conquistados por corporaciones de empresarios impulsados por la voracidad de "ganar" una porción mayor de la torta que se llama "mercado". De constructores de las democracias modernas a empresas exitosas y eficientes.

Este creciente interés mercantil de los medios no ha desplazado a los viejos principios éticos, sino que se encuentra impreso sobre ellos. De esta manera recrean una nueva concepción de democracia y participación ciudadana basada en mediciones de organismos plenipotenciarios y monolíticos como el rating o el instituto verificador de circulaciones.

Desde luego que existe la posibilidad de no creerles, de cambiar la fidelidad de algunos por otros, o abandonarlos a todos. Sin embargo en esta solución no se plantea el problema de cómo los medios se apropian y comparten, escriben y redefinen el capital cultural que todos los días produce nuestra sociedad. Capital cultural que evidentemente forma parte fundamental de la historia de nuestra provincia. Recordemos para citar sólo un ejemplo toda la documentación recogida por los medios, imágenes, textos, declaraciones sobre la experiencia de la última dictadura. Como dijo Rodrigo Sepúlveda en el tercer encuentro del Foro de Políticas Culturales: "A este crudo ejemplo de política comunicacional (que revela también la concepción de la cultura y la memoria que tienen los empresarios del sector), podría agregar incluso el caso de un canal local que quemó todo el material fílmico que poseía anterior a los años ´90 por falta de espacio físico durante un cambio de edificio. En vez de imaginarse la opción de donar las miles de horas de imágenes, la decisión fue quemarlas; eliminar físicamente todo rastro aplicando a las cintas, que contenían más de 20 años de historia de Mendoza, el modelo que la última dictadura militar ejecutó contra miles de argentinos: la desaparición".

La construcción de una conciencia social sobre la historia más reciente de nuestro país evidentemente debería alcanzar las responsabilidades de estas empresas mediáticas. Para reflexionar sobre el rol de los medios en relación con la cultura nos permitimos replantear una conocida pregunta: ¿Sobre qué nos hacen pensar los medios? y ¿Sobre que no nos hacen pensar?

Panelistas

Sábado 13 de setiembre. "Corrientes alternativas y emergentes de producción cultural local":

Adrián Lira: director de la publicación "Hecho en Mendoza", proyecto periodístico que tiene como objetivo la inserción laboral de niños y adolescentes de la calle.

Fabián Castellani: miembro del elenco de teatro experimental "La rueda de los deseos".

Inti Pujol: artista plástica.

Judith Carunccio: miembro de la biblioteca popular "Escritores mendocinos", ubicada en el barrio Ujemvi. Las Heras.

Maximiliano Quinteros: encargado de talleres de comunicación en el barrio San Martín y en el COSE.

Gustavo Corrales: coordinador general del Cine Universidad (UNC)


Sábado 4 de octubre. "El rol del Estado en el espacio de la cultura. Horizontes y perspectivas". Fueron invitados como panelistas:

Liliana Bermúdez: secretaria de Extensión de la Facultad de Artes y Diseño, UNC

Germán Leyens: miembro del Centro Cultural de la Cooperación. Coordinador de centros culturales en Bermejo, Guaymallén.

Rubén Romani: museólogo.

Graciela Distéfano: docente y gestora cultural.

Pupi Agüero: ex directora provincial de Cultura. Editora del suplemento Cultura, Diario Los Andes.

Sonia de Monte: teatrera, integrante del Partido Socialista.


Sábado 25 de octubre. "Redefinición de los medios de comunicación en la construcción de una memoria cultural". Participaron en la mesa como panelistas:

Luis Ábrego: periodista, director de Radio Universidad (UNC)

Patricia Slukich: redactora de Diario Los Andes y co-conductora del noticiario de espectáculos "El seguidor" de radio UTN

Nicolás Sarale: miembro del grupo de observación de medios. Capítulo Mendoza.

Rodrigo Sepúlveda: periodista, productor de LV10 Radio de Cuyo.


También queremos agradecer a las personas que participaron durante las mañanas de estos sábados que aportaron con sus opiniones, experiencias, sugerencias y propuestas a la creación de este espacio de discusión democrática. Sin olvidarnos también de los que nos hicieron llegar sus sugerencias personalmente o vía e mail.


EL 46% DE LOS LATINOS FRECUENTAN EVENTOS ARTISTICOS 

El concepto de arte en la sociedad actual muchas veces es visto como un tabú, algo refinado y accesible solamente a personas de una determinada clase o estatus social. Pero, ¿será que eso es cierto?
Las opiniones sobre este tema son divergentes, algunos consideran que el arte se refiere a una estética refinada que repercute a obras de Picasso o piezas de Bethoveem, y otros lo ven con una perspectiva más amplia. Finalmente podemos decir que el Arte es cualquier manifestación de orden estético creada por percepciones, emociones o ideas. ¡Hay Arte en todas partes!
Aprovechando este escenario, en eCGlobal.com, realizamos una encuesta bajo la premisa: “No necesitas ser Cult para disfrutar del Arte”. 5.131 latinos se animaron y opinaron sobre sus experiencias, gustos y conocimientos sobre este tema.
El 46% de los latinos afirmó frecuentar eventos relacionados con Artes y cultura. Los más populares fueron los Festivales de cine con un 21,84%, seguidos por Conciertos  17% y las Obras de teatro con un 15% de preferencia


RESULTADOS DE LA ENCUESTA:
http://www.slideshare.net/ecglobal/el-arte-en-latinoamrica?ref=http://bloglatino.ecglobal.com/encuestas/46-de-los-latinos-frecuentan-eventos-artisticos/



Lo erudito como barrera para la cultura

El autor reflexiona sobre algunos de los motivos por los cuales la cultura termina siendo un beneficio para pocos. Por León Repetur - Presidente Fundación Coppla - Gestor cultural

sábado, 15 de septiembre de 2007
Lo erudito como barrera para la cultura
“A veces la falta de dinero y el desinterés son los factores que justifican la ausencia del hábito de frecuentar teatros”.

León Repetur

En nuestro carácter de gestores culturales y/o creadores, partimos considerando a la cultura tan necesaria para la consolidación democrática como la educación, la salud y la justicia para todos. Y que si bien es aceptable la teoría del mercado en varias áreas de la actividad humana, en el caso de la cultura no tiene la misma validez que en otros campos de la actividad productiva.

El mercado vive por y para el consumidor que opta por determinado producto. Pero si el consumidor no tiene la plata, o su “gusto” o formación cultural no le permite optar por “gastar” en una obra de teatro o en un libro, se produce una exclusión natural.

Se podrá entonces montar una obra o un musical premiado por única vez o alguna más, sin poder continuar en forma sostenida. Pero eso dista mucho de ser aceptado por el mercado, pues para ello deberá encajar con la demanda y con los gustos de un público social y económicamente delimitados como vimos antes. Se perfilan entonces dos tipos de propuestas culturales: las que tienen aceptación y se ajustan a la demanda de ese sector de la sociedad que la consume normalmente y aquellas que no son objeto de demanda significativa.

En el conglomerado de las grandes salas oficiales de Mendoza: Independencia, Mendoza, Plaza, Ángel Bustelo, se programan aquellas producciones teatrales y musicales que cuentan con suficientes recursos y publicidad. Por lo general se trata de obras ya amortizadas en Buenos Aires o con suficiente rating en TV de los actores, como para garantizar la incursión por la tierra “de adentro”, llenar una o dos funciones y repatriar las divisas obtenidas en este mercado marginal.

Y aquí llegamos a otro nudo problemático: este uso y abuso de un mercado cultural imperfecto en las provincias. Porque una cosa es que los bodrios o las obras que ya tienen 10 años en cartelera compitan en Buenos Aires o en otras capitales donde las propuestas de calidad ofrecen pelea, y otra cosa es desembarcar acá, en las mejores y más sofisticadas salas, en algunos casos sostenidas por el dinero público, y llenar las taquillas propias y vaciar las de las otras salas menores o de programación local. Aquí se cierra un círculo vicioso: propuestas de afuera-propuesta exitosa, propuesta local-propuesta pobre. Esta ecuación, no sé cómo llamarla, existe realmente en el imaginario colectivo.

Pero también es cierto que no hay ninguna posibilidad para que nuestras propuestas culturales locales peleen, cuando no tienen ni siquiera la oportunidad de foguearse en los escenarios en forma continuada, perfeccionar sus prácticas y probar distintas alternativas.

Aparece como condena o solución transitoria de supervivencia para los grupos locales, el montaje de obras ligeras o espectáculos pequeños, con poca producción y/o poca inversión. Y las obras “consagradas”, que satisfacen al mercado son las que llegan de afuera.

En este punto aparece como un Zonda violento, por las calenturas que genera, el rol de los espacios oficiales y de las políticas culturales relacionadas con las artes del espectáculo.

¿Como investigar este mercado cultural en general?

La condición indispensable para conocer a qué remite la palabra “cultura” para la sociedad, es desarticular los propios preconceptos. Y abandonar los paradigmas conocidos y dejar que las personas concretas expresen sus definiciones a partir de sus propias referencias. Este es un difícil trabajo para el investigador, el de no presuponer nada, no imaginar nada, no esperar respuesta alguna.

Poder definir los públicos, formular hipótesis, elaborar instrumentos adecuados, aplicarlos, compilarlos y analizarlos. Desafío enorme y mayor de lo que se puede imaginar. A pesar de todos estos obstáculos, la tarea hay que hacerla, y hacerla bien.

Las experiencias en este sentido son muchas. Pero por cercanía y por similitud de población y tamaño de ciudad me voy a referir a un trabajo de investigación de mercado cultural que fue realizado en la ciudad de Belo Horizonte de Brasil en el marco de los acuerdos del Mercosur Cultural.

Los objetivos de esa investigación fueron:

1. Comprender la configuración del mercado cultural de Belo Horizonte en todos sus aspectos.

2. Diagnosticar el potencial económico de ese mercado

3. Identificar aspectos relacionados al modo de acción y comportamiento de sus distintos agentes

4. Identificar posibles posicionamientos y formas de acción para la Secretaría Municipal de Cultura


Los públicos investigados fueron:

1. Productores culturales

2. Consumidores

3. Patrocinadores

4. Agencias de publicidad y asesorías de prensa

Se trabajó con metodologías cuantitativas (entrevistas en profundidad) y cualitativas (grupos de discusión)

Se definieron varios universos de investigación según características etarias, económicas y de nivel educativo.

Se tomaron las distintas áreas de la producción cultural: museos, galerías, salas de teatro y de cine, productoras cinematográficas y de video, segmentos de la música, de la danza, del teatro, eventos y estudios de grabación

Se enfocó la investigación a las agencias de publicidad más importantes de la ciudad y a los patrocinadores más relevantes.

Los resultados de este trabajo fueron ordenados por sector y permitieron una profunda modificación de las prácticas y de las políticas de los distintos sectores de este mercado.

¿Qué es la cultura?

A modo ilustrativo, vamos a presentar algunos resultados interesantes para este artículo:

A la pregunta de ¿qué considera cultura?, los resultados fueron los siguientes

1. Escuela

2. Artesanías

3. Teatro

4. Folklore y Literatura

5. Música

6. Prensa y danza

7. Artes plásticas

8. Cine

9. Fotografía

10. Videos

11. Circo

12. Artes gráficas

13. Televisión

Para los entrevistados, la cultura es un concepto impreciso que abarca una numerosa cantidad de cosas. Y el trazo común que tienen todas las visiones sobre el tema es que cultura es equivalente a información y a conocimiento. Por eso la escuela y la educación formal ocupan un lugar destacado.

También la imagen de la persona culta se presenta de forma similar:

- “La cultura ayuda a posicionarse en la vida, a tener más argumentos”, 15 a 17 años, educación básica, bajos ingresos.

“Es una persona que almacena informaciones y está siempre buscando crecimiento. Es una persona con memoria”. 35 a 45 años, ingresos medios, educación básica.

“Persona culta no es sólo aquella que estudia. Ella tiene que estar ubicada, tener sensibilidad, percepción”. 23 a 27 años, ingresos medios, educación media.

“Soy un pez fuera del agua”

Para muchos entrevistados la cultura está muy lejos de sus vidas. Muchos de los ciudadanos comunes se manifestaron disminuidos y excluidos del mundo de la cultura. Para ellos es una forma más de marcar las diferencias sociales

“Soy un pez fuera del agua, es una situación muy desagradable”. 23 a 27 años, bajos ingresos, educación básica.

“Yo prefiero no ir”. 23 a 27 años, bajos ingresos, educación básica.

“ El cine de Brasil es bueno. En los cines del Shopping solo van nenes de papá. Yo entro en el Bellas Artes y sólo me encuentro con personas de nivel superior al mío. No me dan más ganas de ir”. 15 a 17 años, bajos ingresos, educación básica

Al mismo tiempo que aparecen estas percepciones, también se detecta una valoración de este mundo de la cultura. En las oportunidades en que están expuestos al mundo de la cultura no quieren ser percibidos como ajenos a ese espacio selecto. Y esa participación demanda ensayo por parte de aquellos que se sienten naturalmente inhabilitados para estar en esos escenarios. Esos ambientes son percibidos como estructurados por normas rígidas de conducta que los actores sociales que circulan por ellos se sienten obligados a obedecer.

El ingreso al mundo de la cultura, para los que se consideran excluidos de ella, está marcado por la artificialidad, por las apariencias, por la negociación de comportamientos, y casi siempre por la tensión.

El entretenimiento y la posibilidad de ser como uno es está a veces distanciado de las producciones culturales.

El placer y la cultura se piensa que van a contramano. La cultura está considerada un gran esfuerzo, para el que hay que prepararse mucho, dejar de vivir naturalmente, perder mucho tiempo para acumular información.

A grandes rasgos, estas opiniones van perfilando a la cultura como un producto destinado a una pequeña parcela de la población. Y los resultados obtenidos van abonando el abismo que separa a los sectores más populares del mundo de la cultura.

El concepto de erudición asociado a la palabra cultura constituye una de las principales barreras mercadológicas para el producto cultural.

Se observa también una tendencia a: cuánto más bajo el nivel de instrucción, menor es la presencia de consumidores de productos culturales.

Cuanto más elevada la renta individual, más frecuente es el hábito de consumo de bienes culturales.

Si bien todo esto puede ser intuido, al investigar a fondo se obtienen muchísimos datos por segmento, que pueden ayudar a modificar algunas políticas y comportamientos relacionados con la gestión cultural.

Para el tema específico del teatro, la investigación también arrojó interesantes resultados:

A la pregunta: ¿Cuál es el principal motivo que te lleva a ir al teatro?

47,3% contesta : “Para divertirme y entretenerme”.

22,2% contesta : “Para adquirir información”.

19% contesta: “Para ver artistas que me gustan”.

11,5% contesta: “Otros”.

A la pregunta: ¿Por qué no fuiste ninguna vez al teatro?

45,1% contesta: “Porque no me gusta o no me interesa”.

15,3% contesta: “Porque no tengo dinero o es caro”.

31,2% contesta: “Porque no tengo tiempo”.

8,4%: “Otros”.

En este último caso, en la población más pobre y con menor índice de escolaridad la falta de dinero y el desinterés son los factores que justifican la ausencia de hábito de frecuentar teatros. Y aparece más en los jóvenes más pobres.

Entre los sectores más pudientes y con mayor índice de escolaridad, justifican la ausencia por “falta de tiempo”.

Un porcentaje importante de personas de nivel superior son las que apuntan que las temporadas son muy cortas y las obras están poco tiempo en cartel. Y son principalmente las mujeres las que reclaman por el precio de las entradas.

Nuevos roles: municipios y organizaciones culturales

Estas informaciones que podemos tomar como ilustrativas de lo que podemos hacer en tanto gestores culturales, también nos permiten detectar que es difícil prever mejorías para el sector cultural sin que haya un compromiso muy efectivo y productivo de los municipios y el Estado con inversiones inteligentes y directas.

Otro tema que se posiciona es: ¿qué ofrecer a un público cada vez más difícil de sensibilizar con las propuestas culturales y que mantiene una actitud distante y apática frente a ellas?

El asunto es ir más allá de la falta de recursos y de la cuestión de repertorios. Es pensar cómo ampliar la masa de consumidores de bienes culturales, motivarlos para que frecuenten las salas de teatro y de cine, bibliotecas, museos, galerías y, en definitiva, todos los equipamientos culturales disponibles en la ciudad.

Queda claro que la gente nos pide más creatividad, nos pide que repensemos lo que les estamos ofertando. El sólo colocarla en contacto con las actividades culturales, facilitando su acceso, no es más la clave del problema.

La población va cambiando cada cuatro años más o menos. Y lo que fue una fórmula adecuada antes, puede no serlo ahora. La gente quiere nuevos lenguajes, nuevas formas de abordarla.

Y esto hay que pensarlo ya, pues no existen mercado sin clientes

No hay comentarios:

Publicar un comentario